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La encrucijada del presente

La encrucijada del presente

Mientras pensaba en cómo enfocar para un artículo el conocido lema de Cicerón que la historia es maestra de la vida y testigo de los tiempos (testis temporum...et magistra vitae), me acordé de una frase que leí hace más de veinte años y se me grabó para siempre. El poeta pagano del siglo V, Claudio Rutilio Namaciano, le cantaba a Roma:

"hiciste una patria única de pueblos distintos...hiciste una sola ciudad de lo que antes era el mundo" (Himno a Roma, I.135-140)

Siempre me ha llamado la atención de que el poeta le cantase a la Ciudad Eterna en circunstancias de que se caía a pedazos, sumida en ruinas y fuego luego del saqueo en el 410 DC, con una fe ciega en que resurgiría de los escombros a su vocación divina de dominar el mundo entero.

"Extiende al porvenir romano tus leyes perdurables, solo tú no has de temer los hilos del destino (...) el tiempo que te queda no está sujeto a límite alguno mientras la tierra perviva” (Ibid.).

En palabras de Viviana Boch:

"es posible comprender la imagen que los romanos tenían incorporada en su mente: Roma estaba llamada a la conquista del mundo y de esta manera se fue conformando en la conciencia romana la idea de su eternidad" (Viviana Boch, 2014)

En los versos del poeta, se encuentra la vocación de gobierno mundial y cosmopolita de duración indefinida a la que estaba llamada Roma, con su capacidad de integrar una diversidad de pueblos bajo una ley común.

Para la mentalidad antigua, sin embargo, la fe en la eternidad de Roma dependía de su visión cíclica del tiempo cósmico, en que todo se vuelve a repetir tal como era. "Rutilio no concebía un mundo en el cual desapareciera su Imperio", agrega Boch, así cantaba el poeta:

“lo que no puede hundirse resurge con renovado brío y salta empujado aún más arriba desde las más profundas simas” (RUTILIO, I, 130).

Es difícil entender a cabalidad que las civilizaciones pre-cristianas pensaban el universo como una constante repetición de lo mismo. Aristóteles en ocasiones llega a decir de manera literal que incluso las opiniones de los hombres vuelven a repetirse del mismo modo. El cambio climático para ellos sería lo más esperable, porque volverá a surgir lo mismo, tal como Roma luego de su colapso. Si presenta un problema es por nuestra concepción cristiana del fin absoluto de la historia.

Por eso, si te parece obvio que la historia comienza en un punto e irá a terminar en otro distinto del punto inicial de una vez y para siempre, sin retorno posible, estás inadvertidamente influido por una de las mayores aportaciones que introdujo el cristianismo en el corazón de los pueblos.

El tiempo cíclico se rompe con la venida de Cristo, quien proyecta a la vez un destino personal y universal para todo el género humano.

Imbuido de esta concepción del tiempo lineal, San Agustín tuvo otra manera de entender el saqueo de Roma y su inminente colapso.

Para el profundo pensador que era el obispo, el fin de una ciudad terrenal no representa el fin de la Historia Universal, sino un estadio más en su curso hacia el fin absoluto. Para desarrollar esta idea, tuvo que reelaborar el concepto pagano de ciudad-pueblo que definió como

"un grupo de seres racionales unidos entre ellos, porque aman las mismas cosas" (De Civ. Dei XIX, 24, nº655)

El Agustín cristiano avanza así una definición más abstracta que el Cicerón pagano, quien apoyaba su concepto en la justicia y la armonía social, de manera que asociaciones injustas no llegarían a constituir, en estricto rigor, un pueblo o ciudad. Sin embargo, comenta E. Gilson que con esta definición: "Agustín sigue fiel a la tradición greco-romana de la ciudad-pueblo" (1965, p. 71).

Definición profunda, además, porque justifica la unidad de cualquier grupo humano en la medida en que no puede haber vínculo más firme que el bien de las cosas que se aman en común. Su alcance abstracto permite justificar tanto a la Iglesia Universal, como sociedad de los creyentes en Cristo, como a la sociedad capitalista fundada en el amor generalizado a las riquezas materiales, como la describe Adam Smith al comienzo de su famoso tratado, así como también la asociación de fútbol de barrio.

Esta reconceptualización le permite al escritor insertar el destino de Roma en el decurso de la historia universal, donde pasa a ser una ciudad más entre otras:

"Ahora bien, lo que yo digo de este pueblo y de esta república -Roma- se comprenderá que lo digo y entiendo tanto de los atenienses y de los demás pueblos griegos, como de los egipcios, asirios de la antigua Babilonia, y, hablando en general, de todo pueblo, grande o pequeño, desde el momento en que es pueblo" (De Civ. Dei XIX, 24, nº655)

De este modo, el saqueo y pronta caída de Roma puso a prueba la vigencia de los presupuestos más hondos que albergaba el pensamiento acerca del tiempo cósmico y el destino humano.

La cuestión de fondo que animaba ambos escritos, y que aún es válida para nuestro tiempo, es la posibilidad de una sociedad humana universal a la que todos los pueblos pertenecerían por derecho propio (E. Gilson, p. 24).

Si los escritores de comienzos del siglo V se preguntaba qué hay después de Roma, hoy en día, la pregunta es: ¿y qué hay después de Occidente?

Me parece que un somero acercamiento a dos escritores de esos años puede ser una fuente de reflexión para comprender nuestro presente. Sin duda nos ha tocado presenciar tiempos políticamente convulsos y de cambios tecnológicos acelerados, a los que es difícl otorgarle algún sentido.

Estos autores desarrollaron su quehacer marcados por el espectáculo del saqueo de Roma que dejó a todos perplejos, ante los cuales asumieron posiciones disímiles.

Por contapartida, en mi opinión, dicho evento es comparable con lo que aconteció en los últimos años (2020-22): la emergencia de un poder nunca antes visto, capaz de encerrar a toda la población del mundo sin disparar ni una sola bala.

¿Quién detenta tal escala de poder al punto en que en sociedades supuestamente libres no hubo casi resistencia?

Vale recordar que la cuarentena fue un invento medieval del siglo XIV, entonces, ¿qué llevó a aplicar una política medieval pensada para ser breve y acotada, por dos largos años en una época donde se alaban los avances técnicos de la medicina?

La lección que yo me llevo es que las ideas detrás de la comprensión de hechos disruptivos, en el sentido de que interrumpen el curso y el ritmo regular de la historia, son determinantes para la elaboración del mundo que construimos para los que vienen, algunas de las cuales permiten proyectar un futuro humano y otras que no.

De hecho, algunos autores se preguntan, ¿para quién vamos a salvar el planeta del cambio climático? ¿Para las vacas y los chanchos? ¿Los árboles y los hongos?

¿Existe hoy una alternativa como la que presentaba San Agustín al mundo pagano, que en presencia de las ruinas de su civilización aún tenía fe en el resurgimiento de la Roma Eterna como parte del ciclo cósmico?

Cabe preguntarse, por lo mismo, si es que sólo estamos presenciando crisis locales de las democracias liberales (inflación, migración, corrupción...) o más bien el fin del mundo tal como lo conocimos y la emergencia de uno nuevo.

Ya lo advertió R.E.M.

R.E.M. - It’s The End Of The World As We Know It (And I Feel Fine)
REMASTERED IN HD!Official Music Video for It’s The End Of The World As We Know It (And I Feel Fine) performed by R.E.M. Follow R.E.M. Instagram: https://www.…

¿De dónde surgirán las nuevas ideas?

¿De los plutócratas de Silicon Valley, donde los transhumanistas elaboran con paciencia su tecnocracia mundial?

¿Se admiten visiones e interpretaciones alternativas de los hechos o sólo cabe una sola que hay que acatar?

¿Será que un gobierno mundial es el retorno a la visión pagana de la historia?

Más áun, ¿es posible una sociedad humana universal en la tierra?

¿No será más parecida a una colmena, al modo cómo se organizan las termitas, en vez de una sociedad humana que se determina por costumbres y lazos locales?

Pero quizás sea todo esto una teoría de la conspiración.

Quién sabe.

Sólo sabemos que la historia no terminará.

Por ahora.


Bibliografía:

  • Boch, Viviana, Los romanos y los otros en la obra de Rutilio Namaciano,2014
  • Gilson, Etienne, La metamorfosis de la ciudad de Dios, 1965
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