Reflexiones en torno a la definición de la OMS
Habida cuenta de que para pensar o argumentar hay que precisar lo que significan las palabras que uno usa, los escritores tienen la costumbre de recurrir a dos fuentes principales para asentar firmemente un fondo de comprensión común:
1) o bien toman las acepciones de la RAE,
2) o bien recurren a alguna autoridad institucional para establecer las definiciones conceptuales pertinentes.
Una práctica útil, pero sin base crítica.
En efecto, es fácil dar por sentado que estas dos fuentes abarcan las definiciones correctas que uno debe asumir de una vez y para siempre bajo la presunta infalibilidad de la autoridad.
Sin embargo, el análisis de los términos involucrados podría remediar la situación.
La palabra que ha cobrado vigencia en los últimos años y que parece justificar todo tipo de políticas es 'salud'. Todos hablan de manera unámime y sin conflictos, como si todo el mundo supiera, al menos de forma rudimentaria, lo que es. Pero, concretamente:
- ¿Qué es la salud?
- ¿Entienden todos lo mismo bajo esta palabra?
- ¿Cómo la definen?
Si abro la definición de la RAE, me dice, junto a otras acepciones, que es un
"estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones".
Pero si reviso la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), me dice que es:
"un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades"
Puedes ver que ambas definiciones coinciden en que se trata de un cierto estado. Pero la coincidencia sólo llega hasta este punto, pues, los estados referidos en uno y otro caso son distintos.
La RAE refiere al ser orgánico en el despliegue normal de sus funciones, con lo que incluye a las plantas y animales, lo que es bastante razonable. Desde este punto de vista lo sano sería aquello que funciona con normalidad, que cumple cabalmente sus funciones en un sistema. Con 'normal' significa lo que hace la mayoría de los individuos de una especie en la mayoría de los casos, como se recoge en la distribución estadística. Lo anormal sería el entorpecimiento o detención de las funciones orgánicas en presencia de la enfermedad.
La definición de la OMS, en cambio, se concentra exclusivamente en la salud humana, al definirla como un estado completo de bienestar (complete well-being); porque el bienestar mental y social -en principio- estarían excluidos de la vida animal.
Aunque el gran historiador de la medicina, Pedro Laín Entralgo, diga que la definición de la OMS es "tópica y utópica" por tener una visión profunda de la salud (1978, p. 664), me parece que es difícil eludir su ambigüedad (distópica).
En efecto, la OMS introduce un término problemático que parece bastante peregrino en el léxico sanitario: el bienestar. Y no sólo eso, sino que el bienestar ha de ser completo en los aspectos físico, mental y social.
Esto descubre más bien que se trata de una posición filosófica; de lo contrario, habría que indagar qué expermientos clínicos podrían conducir a una definición de ese tipo, de tal manera que sea la conclusión de un estudio y no su presupuesto.
Pero, de vuelta a la filosofía, la idea de bienestar (well-being) proviene de la teoría ética del utilitarismo anglosajón del siglo XIX, que introduce una ambigüedad en la definición de la OMS, porque ni los utilitaristas se ponen de acuerdo en qué consiste la idea de bienestar: qué cosas son buenas, para quién y por qué.
Además, sabida es la influencia del utilitarismo en las políticas públicas, porque uno de sus objetivos es maximizar ese bien social que es la salud de la población (Bellefleur, O. & Keeling, M. (2016). Utilitarianism in public health).
Y para complicar aún más las cosas: ¿por qué la OMS se preocupa de precisar que la salud "no consiste en la mera ausencia de enfermedad"?
Si la OMS se hubiera limitado al bienestar físico, el correcto funcionamiento de las funciones orgánicas, habría poco que objetar.
Desde un punto de vista filosófico, la salud sería un bien importante, ya que sin salud no se pueden obtener los demás, pero no el principal. De tal manera que la salud estaría subordinada a los bienes propiamente humanos, como la construcción de un proyecto de vida en el que cabe el amor (como bien difusivo), la verdad y la belleza.
Pues, al final del día, ¿para qué -con qué fin- se quiere gozar de salud? ¿Por la salud misma?
En mi caso, yo quisiera estar sano para poder hacer otras cosas, por librarme el mayor tiempo posible del deterioro inevitable del cuerpo: para ver crecer a mis hijos, realizar mis proyectos creativos, amar cuanto pueda. Si quiero tener buena visión es porque quiero disfrutar de la lectura hasta bien entrada mi vejez o de los atardeceres en el mar. Jamás se me ocurriría vivir para estar sano, sino estarlo para vivir.
Como en el caso del tabaco fino que, si bien puede tener consecuencias para la salud en el exceso, en su justa medida promueve bienes humanos como la conversación pausada y la contemplación.
Más aún, incluso si la OMS hubiera permanecido en el nivel del bienestar mental, sea lo que sea que eso significa, lo podría admitir a regañadientes. La filosofía de la mente es una rama especializada que la estudia desde distintas perspectivas. Sin embargo, ¿supone la OMS que la mente se reduce al cerebro y sus funciones neurofisiológicas o la entiende más bien como un acto de la conciencia irreductible a cualquier órgano material? Insisto: se trata de una ambigüedad que no se puede resolver en el ámbito puramente médico-clínico.
Sin embargo, que la OMS diga que el bienestar social es parte del concepto de salud ya me parece un exceso que tiene que ver menos con la medicina que con la política.
Si los artículos de las constituciones nacionales, cuando declaran que la salud es un derecho fundamental a tutelar por el Estado, ¿no están diciendo que cuando tengo derecho a la salud tengo derecho a un estado de completo bienestar físico, mental y social?
¿Tiene sentido afirmarlo?
Como era de esperar, en un texto que aborda este tema me encontré que la OMS es la autoridad que fija el concepto al que justifica como un "enfoque integral":
"La salud involucra entonces actividades de prevención, promoción y protección e implica un enfoque integral en donde se incluyen los entornos físico y social y los demás factores relacionados con la existencia" (p. 38)
Acá hay una falacia.
No es lo mismo definir lo que es la salud, que describir el enfoque que se adopta para abordarla a nivel político y jurídico. Si fuera sólo un enfoque integral, habría que preguntarse qué es aquello que se enfoca y la respuesta es, por supuesto, la salud. Y de nuevo preguntarse, ¿qué es la salud? Esta vez la respuesta ya no puede ser: un enfoque.
Pero más importante aún, ¿acaso no da pie la definición de la OMS para que, bajo ese solo artículo constitucional, quien tutela la salud se entrometa en la totalidad de la vida humana amparado en la ambigüedad de su concepto?
¿No será que la OMS tiene una determinada visión del hombre que no declara públicamente?
Si la salud es un estado de completo bienestar en todas las dimensiones humanas ¿será ésta la vía para justificar el acomodo forzado de un indivuo sano a una sociedad enferma?
Por último, de acuerdo con la definición, ¿qué sería la enfermedad? ¿un estado de bienestar incompleto?
Sigo pensando en por qué la OMS le molesta tanto que la salud se limite a no estar enfermo. Nada hay de problemático en que un concepto se defina por la ausencia o negación de su contrario, como los números impares en que no son divisibles por dos.
No sé tú, pero yo me contentaría con vivir en un estado de ausencia de enfermedad o aflicción, en el que mi cuerpo funcione sin trabas para que me permita hacer las cosas por las que merece la pena vivir la vida que me ha sido dada.
Dos años de confinamiento involuntario en el nombre de la salud fue demasiado.
Esta obra está bajo Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.